¿Por qué un cambio parcial de filtros no es la mejor opción?

Los colectores de polvo se dimensionan en función de una serie de variables, incluidas las partículas específicas que se espera que el colector elimine de una corriente de aire, así como el volumen total de aire.

 La velocidad de filtración (AMR), es la relación entre el volumen de aire que se filtra y el área total de filtración disponible. Por regla general, cuantas más pequeñas sean las partículas que se filtran, menor ha de ser la velocidad de filtración necesaria. Esto es cierto en parte porque las partículas más pequeñas son las más difíciles de atrapar y  presentan desafíos específicos para la filtración.

Un buen programa de mantenimiento es la clave para obtener el mayor rendimiento de los elementos filtrantes de nuestro captador a la vez que conseguimos un ahorro en energía.

 

El diseño de un captador de polvo se realiza en base a variables como las partículas específicas a filtrar, el volumen de aire requerido, la velocidad del aire idónea. Las partículas de menor tamaño tienden a depositarse mucho más juntas en la media filtrante, a medida que se acumulan en la superficie del filtro, dejando menos espacio abierto para que el aire pase a través de los contaminantes sólidos acumulados. Esto aumenta la resistencia a la presión y por lo tanto deberemos de reemplazar nuestros elementos filtrantes con más frecuencia.

Por un lado, una velocidad de filtración menor permite que las partículas se acumulen dejando más espacio “abierto” entre las partículas depositadas. Esto es debido a que penetran más profundamente en la media filtrante y por lo tanto no lo hacen en superficie, dando lugar a una mayor pérdida de carga.